Marina Anaya “Es importante adquirir un compromiso con el lado feliz de la vida”

Marina Anaya es la artista seleccionada por “Impars” para crear la postal de Navidad de 2019 de UIC Barcelona. La obra, titulada “Natividad”, es un collage elaborado a partir de trozos de grabados y representa la imagen tradicional de la sagrada familia fundida en un abrazo. Conversamos con ella sobre su trayectoria y sobre su colaboración con nuestra universidad.
Marina Anaya (47) tuvo clara desde que era niña su vocación por las artes plásticas. Por eso, decidió matricularse en Bellas Artes siguiendo el consejo de su padre, que le instó a que se dedicase a algo que verdaderamente le apasionase. En el último año de carrera, recibió una beca que la llevó a la ciudad brasileña de Florianópolis, donde impartió clases de estampación en textil. De ahí, saltó a La Habana (Cuba), ciudad en la que cursó sus estudios de doctorado y que acabaría determinando el carácter colorista y alegre que destila toda su obra. Desde hace 25 años, esta artista polifacética —crea pintura, grabado, escultura y, ocasionalmente, cerámica y joyería— trabaja en Madrid y compatibiliza su día a día en el estudio con un gran número de exposiciones, a nivel nacional e internacional, en las que no resulta difícil verla acompañada de su familia, entre ellos, su hermana, la actriz Elena Anaya.

Proyecto Impars

Coordinadora: Núria Garí

Entrevista

Texto: Marcos Doespiritusanto

¿Recuerdas de qué manera nació tu vocación artística?
Desde muy niña me entretenía haciendo manualidades. Confeccionaba la ropa de las muñecas, les hacía cestitas con huevos de barro, pintaba camisetas… Toda mi vida he estado haciendo algo relacionado con las artes plásticas.

Decidiste ir a la universidad para estudiar Bellas Artes ¿tenías, por entonces, una meta definida o esperabas que los estudios te marcasen el camino a seguir?
Tenía el consejo de mi padre: “Buscad un trabajo que os guste mucho. En la vida se pasan muchas horas trabajando”.

En el último año de carrera, recibiste una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional que te llevó a la ciudad brasileña de Florianópolis. ¿Cómo fue aquella experiencia?
Yo venía de estudiar en Cuenca, en una ciudad y una universidad muy pequeñas, y esta beca en mi último año de carrera me hizo ver que había otras maneras de hacer las cosas. Y me ayudó a relativizar, que me parece una de las cosas más importantes del mundo. Florianópolis es prácticamente una isla, exuberante, con una vegetación maravillosa y unas playas preciosas. A nivel académico fue interesante, pero mucho más a nivel humano.

Y de Brasil a Cuba, para estudiar tu doctorado en La Habana. ¿De qué manera influyó en tu trayectoria la isla caribeña?
Estuve yendo y viniendo de La Habana durante tres años a finales de los años 90. El trabajo en artes gráficas en la isla era muy interesante, tanto formal como conceptualmente. Yo empezaba a tener claro que el grabado formaría una parte importante de mi obra y el momento y el lugar eran ideales para empaparme de algunas técnicas y maneras de resolver que nunca había experimentado. La manera de vivir y de entender las cosas que hay en Cuba, sus valores, su ritmo, el color, la alegría, la música… todo eso sigue en mí y en mi trabajo.

En 1998 regresas a Madrid y comienzas a desarrollar tu obra poniendo especial énfasis en los grabados. ¿Por qué optas por esta técnica en particular?
Mi madre, mi abuelo y el novio que yo tenía en ese momento me regalaron un tórculo —la prensa que se utiliza para hacer grabados— y eso fue el comienzo de mi vida profesional. Monté el taller en una habitación de la casa que compartía en Madrid y empecé con mis primeros grabados. Siempre me han gustado las técnicas que requieren procesos y en las que tú pones una parte y el proceso del trabajo pone otra. Y eso es lo que ocurre con los grabados.

En esa época empecé exponiendo en muchos bares de Madrid. Y de ahí, paso a paso, di el salto a todo lo que hago ahora.

Tu universo creativo abarca prácticamente todos los territorios de la creación plástica, incluyendo la pintura, la escultura, la ilustración e incluso la joyería. ¿De dónde surge esa hiperactividad creativa?
Hay muchas disciplinas que me atraen y cuando tienes la suerte de poder dedicar todo tu tiempo de trabajo a la creación y a la plástica, es fácil dejarse llevar hacia otras disciplinas.

El grabado ha sido mi gran aliado durante todos estos años de profesión, pero también me gusta mucho la inmediatez de la pintura y el trabajo con metal, especialmente con latón, tanto en joyería como en escultura. Trabajar ceras para fundición, la cerámica, construir con barro… Aunque sean disciplinas muy diferentes creo que en todas ellas desarrollo un mismo universo creativo.

No solo diseño las piezas, sino que aprendo a hacerlas y me encargo de todo el proceso. No es lo mismo comprar una taza y pintarla que hacer la porcelana con la que hacer la taza, construirla, y hacer el engobe y el esmalte con que decorarla.

Has realizado un gran número de exposiciones, tanto individuales como colectivas, y participado en ferias de arte de todo el mundo. Si tuvieses que elegir un aspecto de tu trayectoria del que te sientes especialmente orgullosa, ¿cuál sería?
Destacaría el hecho de poderme levantar cada mañana en mi taller y seguir trabajando. Eso es lo que me permiten, precisamente, las exposiciones y las ferias en las que participo por todo el mundo.

En alguna de tus entrevistas defines tu arte como un compromiso con la parte positiva de la vida y con la felicidad…
Yo soy optimista por naturaleza y por vocación. La vida siempre tiene dos caras, está en ti cómo afrontar todo lo que va viniendo. A mí, lo que me sale, es intentar poner el valor en lo positivo, en lo bonito, en lo feliz. Creo que es importante adquirir un compromiso —en mi caso tanto con mi obra como con mi vida— con el lado feliz de la vida.

Tu pintura destaca por su fuerte colorido, por la presencia constante de la naturaleza, tanto a través de los animales como de las plantas, y por una estética cargada de vitalidad. ¿Estamos ante un alegato en defensa del planeta? ¿Conecta esto con tu decisión política de optar siempre por productos no tóxicos y respetuosos con el medio ambiente?
Claro que sí. Defiendo volver a recuperar nuestro papel en la naturaleza, que los humanos volvamos a ser un componente más de ese gran conjunto del que nos hemos salido hace demasiado. Miramos la naturaleza desde afuera, la destruimos y luego hacemos campañas para intentar arreglarla. Es un desastre. Leo mucho sobre árboles, bosques y plantas. Es increíble lo accesibles que tenemos algunos ejemplos de sociedades vegetales que viven de una manera mucho más armónica y lógica que nosotros y el poco caso que les hacemos.

¿Cómo ves la realidad de las y los artistas que están comenzando en nuestro país? ¿Lo están teniendo más o menos complicado que tu generación?
Pues no lo sé, la verdad. A alguien que no tenga una vocación definida nunca le recomendaría que hiciera Bellas Artes, pero a alguien que sí que la tenga se lo recomendaría totalmente. Vivir del arte no es fácil —de otras cosas tampoco lo es— pero se puede conseguir y puede que acabes teniendo una vida profesional muy satisfactoria.

¿En qué has basado tu propuesta para la postal de Navidad de UIC Barcelona y qué supone para ti poder trabajar con una institución como la universidad?
El encargo tenía una premisa clara, los referentes a una navidad cristiana tenían que ser evidentes y, a la vez, se me dio libertad para llevar la propuesta a mi terreno. Así que me he basado en una natividad clásica, San José, la Virgen María y el Niño Jesús, en un abrazo circular en el que se configuran como una familia que se quiere y disfruta de ese bonito momento. Todos aparecen rodeados de un cosmos que los acompaña y les guía con la estrella de Belén. Técnicamente es un collage hecho con trozos de mis grabados calcográficos.

Por otro lado, a veces colaboro en proyectos de fin de carrera con alumnos de la Universidad Carlos III de Madrid. Es muy gratificante trabajar con gente tan joven y con tantas ganas. Admiro mucho el papel docente e investigador de las universidades. Y ha sido un placer trabajar con vosotros.

Si tuvieses que definirte a ti misma como artista, ¿qué cinco palabras utilizarías?
Dibujante, grabadora, pintora, escultora y ceramista. Los adjetivos prefiero que los pongan los demás viendo mi trabajo.